Islandia fijó como asunto de seguridad nacional el riesgo del colapso de la corriente atlántica

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17/11/2025 22:15

Internacionales

En los últimos días circularon titulares sobre Islandia “activando una alerta global” por el posible colapso de la gran circulación del Atlántico. Conviene precisar: el país elevó el riesgo de colapso de la Circulación Meridional de Vuelco del AtlánticoAMOC por sus siglas en inglés— a asunto de seguridad nacional para planificar impactos, pero no anunció que el colapso esté ocurriendo ahora. La AMOC es un sistema de corrientes que transporta calor y sal entre el hemisferio sur y el norte del Atlántico; no es solo la Corriente del Golfo, sino el “vuelco” completo que lleva aguas cálidas al norte en superficie y devuelve aguas frías en profundidad.

Efectos de un debilitamiento y colapso del AMOC.

Efectos de un debilitamiento y colapso del AMOC.

En ciencia climática no se habla de una “era polar glaciar” global por un apagón súbito como en el cine. El Día Después de Mañana exagera los tiempos y los efectos. Un debilitamiento fuerte de la AMOC se desplegaría en años o décadas, no en días, y generaría un mosaico de cambios: enfriamiento relativo del Atlántico Norte y de partes de Europa noroccidental, subida del nivel del mar en sectores del Atlántico occidental, y desplazamientos de los cinturones de lluvia tropical. Aun con un escenario extremo de AMOC colapsada en modelos, la temperatura media global no se derrumba: seguiría la tendencia de calentamiento, con posibles pausas regionales y enfriamientos locales en el Atlántico Norte. Esa es justamente la advertencia de trabajos que “imponen” un colapso para estudiar impactos: el mundo no entra en una glaciación, pero cambian los gradientes de temperatura y las lluvias de forma abrupta en ciertos lugares.


Película: El día después de mañana.

Película: El día después de mañana.

¿Qué tan cerca estamos y para cuándo podría pasar?


El IPCC (AR6) sostiene que un colapso abrupto de la Circulación Meridional de Vuelco del Atlántico (AMOC) antes del año 2100 es poco probable, aunque el debilitamiento progresivo durante este siglo es prácticamente seguro. No obstante, diversos estudios advierten que la posibilidad de un cambio abrupto no puede descartarse. Investigaciones recientes del Global Systems Institute de la Universidad de Exeter (Ritchie et al., 2020, Nature Food) modelaron un escenario de colapso de la AMOC entre 2030 y 2050 para analizar sus posibles efectos climáticos, señalando que este tipo de evento implicaría un enfriamiento regional marcado y una reducción significativa de las precipitaciones en el Atlántico Norte, con repercusiones sobre los patrones atmosféricos globales. Los autores subrayan que el escenario es idealizado, pero recuerdan que las observaciones actuales ya evidencian un debilitamiento aproximado del 15 % de la circulación atlántica, lo que sugiere que los modelos podrían estar subestimando su vulnerabilidad. Por su parte, Zhang et al. (2005, Geophysical Research Letters) demostraron que un colapso inducido de la AMOC generaría una expansión del hielo marino en el Atlántico Norte, un descenso térmico abrupto y un desplazamiento hacia el sur de la Zona de Convergencia Intertropical, modificando los regímenes de lluvias tropicales y subtropicales. Esto podría desencadenar una reconfiguración del sistema climático global y favorecer, en escalas regionales, el desarrollo de una etapa fría o “mini era polar”, aunque no de una glaciación global.


Corriente del Golfo.

Corriente del Golfo.

¿Qué podría significar para Sudamérica y para Paraguay?


 La AMOC se conecta con los regímenes de lluvia tropical y subtropical. Observaciones y modelos indican que un Atlántico Norte más frío tiende a desplazar la banda de lluvias tropicales hacia el sur y a reconfigurar los monzones. Para Amazonia, trabajos recientes muestran respuestas mixtas: con AMOC más débil se ha detectado más lluvia en el sur amazónico en estación seca, amortiguando parcialmente el secado, pero el balance regional sigue vulnerable al calentamiento y a la deforestación. Para la cuenca del Plata, incluidos Paraguay y alrededores, simulaciones con AMOC debilitada sugieren menor frecuencia de precipitaciones extremas en promedio y cambios en olas de calor y de frío, al tiempo que el ENSO continúa siendo el modulador dominante a escala interanual. En términos operativos, esto se traduce en vigilar la estacionalidad de lluvias, extremos térmicos y su interacción con el Pacífico, además de fortalecer gestión hídrica, agro y alerta temprana.

Conclusión


No estamos entrando en una “era polar” global, pero un debilitamiento sostenido de la AMOC es un riesgo climático serio con impactos regionales importantes. Islandia y otros países están incorporándolo a su planificación de seguridad, lo que es prudente y no alarmista. Para nuestra región, el foco debe estar en monitoreo de gran escala (Atlántico y ENSO), adaptación sectorial y reducción de vulnerabilidades. Comunicar esto con precisión es clave: ni falsa calma ni cine-catástrofe, sino ciencia al día y decisiones informadas.