Memorias del Tornado en Encarnación de 1926

Admin admin
20/09/2025 14:49
El 20 de septiembre de 1926, la tarde en Encarnación se vistió de un horror indescriptible. Lo que comenzó como una tormenta violenta se transformó en un ciclón devastador que, en cuestión de minutos, arrasó la ciudad baja. La destrucción fue total, un cuadro dantesco que dejaría una marca imborrable en la memoria de los encarnacenos y de sus vecinos en la orilla argentina. Los diarios de la época, junto con los conmovedores relatos de testigos, capturaron la magnitud de la tragedia, describiendo no solo la devastación material sino también la desesperación y el caos que se apoderaron de la ciudad.

Uno de los diarios de aquella época
Un caos apocalíptico y una comunicación interrumpida
La noticia de la catástrofe se esparció rápidamente, pero la verdad de su magnitud tardó en llegar. Mientras en Posadas se hablaba de rumores alarmantes, las comunicaciones con Encarnación se habían interrumpido por completo. El tornado no solo destrozó casas y edificios, sino que también derribó las líneas telegráficas y ferroviarias, aislando a la ciudad del resto del país. Según los primeros despachos, enviados de forma caligráfica, el ciclón arrasó con la ciudad baja, dejando un saldo de "numerosas víctimas". Los relatos de los sobrevivientes son aún más desgarradores. Javier Guajardo Bustamante, bajo el seudónimo de Orangel Delmar, escribió en 1928 que las víctimas, en su estado de shock, creyeron ser las únicas afectadas. La confusión era total, un clamor angustioso de padres, madres e hijos que se buscaban entre los escombros, mientras la lluvia y el viento ahogaban sus voces.

Escrito de "La Tarde"
Un socorro que tardó en llegar
Uno de los aspectos más trágicos de las primeras horas fue la tardanza del auxilio. Aunque las autoridades de Misiones y Paraguay actuaron con rapidez organizando el envío de médicos y elementos sanitarios, la ayuda llegó a un escenario que ya era un caos. Los habitantes de la ciudad alta, refugiados del mal tiempo, no se percataron de la magnitud de lo que ocurría en la zona baja. Como relata Guajardo Bustamante, el Padre José Kreuser, a solo 25 metros de la municipalidad derrumbada, no supo del desastre hasta que una niña lo alertó. Del mismo modo, el Sr. Ciriaco Arias se enteró de la tragedia cuando una vecina, enloquecida de terror, llegó a su casa pidiendo ayuda. Esta desconexión inicial, sumada a la completa oscuridad, prolongó el calvario de las víctimas, que gemían y clamaban por un auxilio que parecía no llegar.

Media ciudad destruida por el tornado.
Un panorama de miseria, muerte y solidaridad
Los diarios de la época pintaban un cuadro tristísimo: familias enteras perecieron, los cadáveres estaban mutilados y los heridos abarrotaban los hospitales. La Tarde reportó que el espectáculo era indescriptible, un "cuadro de miseria y desesperación". La cifra de víctimas variaba en los primeros días, pero se estimaba que superaba los 200 muertos y 300 heridos. Sin embargo, en medio de la tragedia, afloró la solidaridad. La Asociación del Magisterio de Misiones y la Sociedad de Beneficencia Patriótica, entre otras, se movilizaron para organizar colectas y festivales en apoyo a los damnificados. La afluencia de público posadeño que acudió al lugar del desastre en embarcaciones demostró la profunda conexión y el sentido de comunidad que existía entre ambas orillas del río Paraná.
El tornado de 1926 no fue solo un desastre natural; fue una herida profunda en el corazón de Encarnación. A través de las descripciones de la prensa y los conmovedores relatos de quienes lo vivieron, podemos revivir la desesperación de aquellas primeras horas, la valentía de los que acudieron al rescate y la resiliencia de una ciudad que se levantaría de entre los escombros. Estas memorias son un recordatorio sombrío pero esencial de un evento que transformó a la ciudad y unió a su gente en la adversidad.
Hasta el momento no se conoce la magnitud exacta del tornado, pero se cree que habría sido un tornado EF4 a EF5 con ráfagas de vientos que pudieron alcanzar los 250 km/h. El saldo de víctimas fatales se cree que alcanzaría los 400, lo que lo convierte en el tornado más mortífero que se registró en Ámerica Latina y en uno de los más fuertes del continente.